La historia de la Ribera del Duero, una denominación joven, no puede entenderse sin la enorme contribución de los vinos de Vega Sicilia, un clásico de la enología mundial, y de Alejandro Fernández, un auténtico revolucionario en el sector.En el siglo XVI, los vinos que se elaboraban en Valladolid y Burgos eran tintos oscuros, pero no tenían, al parecer, la raza que hoy caracteriza a sus sucesores.En sus viñedos se aclimataron cepas internacionales, como la cabernet sauvignon, lamerlot y la malbec.

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